miércoles, agosto 23, 2006
Vacaciones en El Valle del Equi
A propósito de los comentarios acerca del Valle del Equi, he estado todo el día recordando esas hermosas vacaciones de Septiembre de 2001.
Salimos de Copiapó un día Lunes muy temprano en la mañana, el auto cargadísimo y nosotros (papá, mamá e hijos) felices por realizar este viaje que nos llevaría a conocer uno de los lugares más hermosos de Chilito.
El viaje hasta La Serena estuvo lleno de entusiasmo; al igual que en las películas cantábamos, reíamos y bromeábamos, parecíamos la " familia perfecta".
Una vez allá paramos en un "Pronto" a tomar desayuno, aunque a esas alturas, debería haber sido un almuerzo. Inmediatamente después nos dirigimos a El Molle, y allí comenzó nuestra aventura.
Llegamos a una cabañas preciosas, era un sector muy acogedor y bastante lujoso, con una piscina enorme y lagunas y flores y árboles frutales.....
Regla Nº1 "apagar los celulares" y por fin nos desconctamos del mundo.
Luego de recorrer la cabaña y sus alrededores aparece mi papá acompañado de seis hermosos caballos (son mis animales favoritos) junto a un señor que nos guiaría en una inolvidable excursión.
Nos adentramos entre cerros, ríos, flores, animales y más animales. Mi papá feliz galopaba recordando sus días de infancia, cuando vacacionaba en casa de sus abuelos, al interior de Copiapó. Mi mamá difícilmente conseguía que el caballo se moviera y cuando por fin lo logró este sólo atinó a retroceder.
El Pablo, mi hermano chico, apenas se veía en la yegua que le designaron (tenía escasos 7 años). La Marcela, mi hermana, cual deportista es, iba al compás con mi papá. La Andrea, mi otra hermana, como siempre ha sido más pituca, sólo se sentía segura cerca de nuestro guía. Y yo, como siempre, alejada del grupo descubriendo nuevos rumbos y arreglándomelas sola.
La expedición fue hermosa, el paisaje no podía ser más bello. Nada de vehículos, ni bocinazos, ni edificios, ni gente apurada. Sólo la naturaleza y nosotros. Fue genial.
Al otro día recorrimos el Valle en auto, visitamos Vicuña y no podíamos dejar de pasar por el Museo de Gabriela Mistral, lamentablemente cuando llegamos lo estaban cerrando y sólo logré ver, por una ventanilla, parte de su dormitorio.
Luego recorrimos otros pueblos, como Pisco Elqui, en donde la gente era muy agradable, las artesanías bastante pintorescas, y los turistas aparecían por todos lados ¡¡cuantos gringos habían!!, no faltó el coqueteo con alguno de ellos.
Llegamos casi hasta el límite con Argentina y nos bajamos para sacar fotos. El río venía muy caudaloso y el verde de los cerros había desaparecido. Hacía un calor infernal, pero estábamos tan contentos que eso era lo de menos. Luego de tomar las fotografías, todos al auto, listos para proseguir con el recorrido, pero, como siempre debe haber un chascarro, este nunca más partió. No nos quedó otra más que empujar el tocomocho, mi papá al volante, y las tres mujeres, todas flacas y con poca fuerza, ampujando el auto. Con más corazón que destreza física, se logró hecharlo a correr, y todos quedamos atrás exhaustos por el esfuerzo, mientras el Pablo corría atrás de mi papá gritando "¡¡papá no te vallas sin nosotros, no nos dejes!!!" (jajajaja). Sin embargo ,el auto sólo anduvo un par de metros para nuevamente volverse a detener y no moverse nunca más. Mi papá estaba furioso y mi mamá, como todas las madres, preocupada porque ya era hora de almorzar.
Sólo nos quedaba esperar a que pasara algún vehículo para que nos tirara, ¡¡pero pasaban los minutos y no veíamos a nadie!!. Como a la hora divisamos una camioneta y felices le hicimos señas para que se detuviera, pero tan solidarios ellos, pasaron de largo. Así tuvimos que esperar otros 45 minutos hasta que un buen samaritano nos ayudó y tiró del auto hasta un pequeño pueblito llamado Rivadabia, supuestamente un mecánico de allí nos podría ayudar.
A esas alturas, ya no queríamos más guerra, teníamos muuuuucha hambre y las peleas y discusiones comenzaban a acentuarse, cuando por fin llegó el mecánico nos dijo que la única solución era reemplar una pieza que sólo la encontraríamos en Vicuña, así que nuevamente nos empujaron hacia allá...
La cosa es que lo que habíamos planeado como un feliz día de campo se tranformó en una pesadilla. Hoy lo recordamos con humor.
En fin, las vacaciones fueron inolvidables, además todo se selló con un matrimonio; se casaba mi prima en Illapel y yo sería su madrina, así que además conocimos parte del Valle del Limarí y terminamos bailando hasta el otro día.
De vuelta en Copaipó, la guinda de la torta, la primera persona que vi ese día Lunes 24 de Septiembre de 2001 en la universidad fue a mi esposito, y lo más importante de todo, ese día hicimos contacto visual, y nunca más nos dejamos de mirar.
Esa semana fue inolvidable y se ha transformado en uno de mis mejores recuerdos.
 
Escrito por: Silvana a las 9:50 p. m. |


3 Dejaron su huella:


  • At jue ago 24, 08:25:00 p. m., Blogger Sursum Corda

    Uuuuu, que buena tu aventura....asi q desde aquella vez que conoces a Your Love....que buena!!!!!
    A mi en mi juventud tb me pasaron cosas entretenidas en Serena, Coquimbo y el Valle del Elqui, desde recorrerlo en un Torino a 160 kmh en manos de un arrrrgentino patiperro, hasta entrar en los viñedos a la orilla de la carretera, a sacar uva de exportacion, y la tipica pana a medio camino, sin un alma q te ayude y sin el conocimiento mecanico para reparar tu mismo el auto...
    Chascarros y recuerdos inolvidables, trasnoches, carretes, joteos..., risa, pisco y diversion.... ;-)

     
  • At vie ago 25, 08:55:00 p. m., Blogger Eduardo Jorquera

    ¡Vaya, que historia! Una amalgama de buenos y malos sucesos con un final feliz... que bien.
    Yo también tengo algunas aventurillas por esos lugares... jejej

    es bueno de vez en cuando recordar los bonitos sucesos de nuestras vidas.

    Muchas gracias por pasar por mi blog y por tu comentario, espero que se repita.

    Saludos, xau...

     
  • At jue ago 31, 10:42:00 p. m., Anonymous Anónimo

    hola

     
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